Después de cenar intentamos, sin éxito, ver un espectáculo de baile tradicional irlandés. La legislación aquí es muy estricta respecto a la presencia de menores en pubs, así que dimos una vuelta por Temple Bar y entramos en un café. Algunos alumnos prefirieron quedarse con las familias.
Apenas nos queda un día en Dublín y podemos decir que la experiencia ha sido todo un éxito. Hay un antes y un después en el inglés de los alumnos. Se han entendido y "sobrevivido" perfectamente y, además, ha supuesto una gran motivación para ellos el poder poner en práctica lo aprendido a lo largo de estos años y ver recompensados sus esfuerzos. Además, estar alojados con familias les ha dado la posibilidad de conocer de cerca una cultura y forma de vida diferentes a la suya.
Para nosotras, las profesoras, ha sido también muy gratificante verles tan sueltos y tan decididos a la hora de comunicarse en inglés.
Nos vemos mañana en Barajas, preparáos porque tienen muchas anécdotas que contar.
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